Marcuse, La agresividad en la sociedad industrial avanzada

Bibliografía
Marcuse, La agresividad en la sociedad industrial avanzada. Trad. Juan Saenz-Díez, Madrid, Alianza Editorial, 1968.

Formas de la violencia

Disciplinas
Elementos de la violencia
Tema

Desde la turbulenta década de los años sesenta (1968 - 1980 Autoritarismo) Herbert Marcuse analiza las tensiones y conflictos existentes en la sociedad americana contemporánea como mejor exponente de la sociedad industrial avanzada y su tendencia a la superagresión.

Resumen

Después de la Segunda Guerra Mundial Marcuse no regresa a Alemania y desarrolla su trabajo en Estados Unidos. Desde la vanguardia de la sociedad industrial avanzada, a la que denomina <<sociedad opulenta>> Marcuse reflexiona la capacidad destructiva de la humanidad en la barbarie del siglo XX.  Partiendo de un enfoque histórico, en esta obra el autor expone que el aumento de la capacidad tecnológica de las sociedades opulentas se relaciona con una <<hipersocialización>>. Ante la cual los individuos reaccionan con todo tipo de frustraciones, represiones, agresiones y miedos que se resuelven pronto en auténticas neurosis.

Estas expresiones escaladas de violencia a las que el autor denomina <<superagresión>> promueven una estructura social más represiva hacia los individuos, hasta la penetración de la sociedad en la psique al extremo en que la salud mental no es la del individuo sino la de su sociedad represora y reprimida.

Caracterización de la violencia:

En esta obra podemos encontrar elementos de la violencia política, ya que se expone como la utilización social de la agresividad basada en la estructura instintual de los individuos, pertenece a la estructura histórica y política de la civilización bajo la ideología de progreso tecnológico, que fomenta expresiones de violencia cada vez a mayor escala. Lo cual es aprovechado en el juego nacional e internacional rumbo a la destrucción total.

Sin embargo, también es posible analizar la obra desde la violencia histórica, cuando el autor plantea que ese desenlace civilizatorio pertenece a un proceso histórico y que ciertamente hay posibilidades de transformar la cantidad en calidad y subvertir el normal equilibrio entre los dos instintos primarios en favor de la destrucción hacia una agresividad constructiva, benefactora para los individuos y la sociedad. Esto a partir de su propuesta de la abolición o al menos la reducción del trabajo enajenado.

Podemos ubicar como técnica de la violencia reflexionada por el autor, la automatización o progreso tecnológico. Ya que aunque Marcuse reconozca que en todas las sociedades han existido instrumentos de agresión, él plantea que la agresión tecnológica escala la dimensión de la violencia en la sociedad, puesto que disminuyen la responsabilidad y la culpa. La absorción por el omnipotente aparato técnico y político, tiende también a invalidar otros valores que frenaban y sublimaban la agresión, fomentando una tendencia suicida a escala social.

Citas textuales:

“La utilización social de la agresividad pertenece, sin duda, a la estructura histórica de la civilización y ha construido un poderoso vehículo de progreso. Ciertamente hay también aquí un grado en el que la cantidad puede transformarse en calidad y subvertir el normal equilibrio entre los dos instintos primarios en favor de la destrucción. Ya mencioné el <<espantajo>> de la automatización. De hecho el auténtico espectro para la sociedad opulenta es la posible reducción del trabajo a un nivel en el que el organismo humano no necesite funcionar más como instrumento de trabajo.” (Pp.118)

 

“La más reveladora y la que distingue las nuevas formas de las tradicionales es la que yo llamo agresión y satisfacción tecnológicas, El fenómeno se puede describir rápidamente: el acto de agresión se lleva a cabo físicamente a través de un mecanismo altamente automatizado, mucho más poderoso que el ser humano que lo desencadena, lo mantiene en movimiento y determina su fin o destino.” (Pp.119)

 

“Sin duda, el uso de instrumentos de agresión es tan viejo como la misma civilización, pero hay una diferencia decisiva  entre la agresión tecnológica y las formas más primitivas. Estas eran diferentes no sólo cuantitativamente (más débiles): exigían además, actividad y participación del cuerpo en un grado mayor que los instrumentos de agresión automáticos o semiautomáticos. Además y lo más importante, su uso, a menos que sea efectivamente sublimado y puesto al servicio de instintos de vida, es criminal -crimen individual- y, como tal, se halla sujeto a severos castigos. En contraste, la agresión tecnológica no es un crimen. Al conductor apresurado de un automóvil o de una motora no se le llama asesino, incluso aunque lo sea, y desde luego tampoco se considera tales a los constructores de cohetes bélicos.” (Pp.122)