Marcuse, La sociedad carnívora

Bibliografía
Marcuse, La sociedad carnivora, Trad. Miguel Grinberg, Buenos Aires, Ediciones Godot, 2011.

Formas de la violencia

Disciplinas
Elementos de la violencia
Tema

La sociedad carnívora compila un conjunto de conferencias presentadas por el autor a lo largo de la década de los años sesenta (1947 - 1968 Apertura intelectual), en las que  reflexiona sobre las formas de represión social y la formación de individuos agresivos y autoritarios bajo la sociedad opulenta y ante ello los retos de la nueva izquierda para la  transformación de las subjetividades necesaria para la liberación de la sociedad capitalista.

 

Resumen

La sociedad carnivora presenta cuatro breves ensayos basados en transcripciones de conferencias que Marcuse presentó en Inglaterra, Estados Unidos y Canadá: “Liberándose de la sociedad opulenta”, “La rebelión de París”, “Perspectivas de la nueva izquierda” y “Exijamos lo imposible”, dirigidas especialmente a los movimientos de jóvenes revolucionarios (sujetos), en las cuales expone su balance político y económico de la época y los retos que le plantea a los movimientos revolucionarios, a los cuales el autor describe como “la nueva izquierda” para trascender la espiral de violencia que organiza a la sociedad capitalista bajo el modelo hegemónico que denomina “sociedad opulenta” o “sociedad industrial avanzada”.

 

Caracterización de la violencia:

Marcuse habla de la violencia en diferentes niveles de operación, aunque no lo aborde de manera textual, es posible leerla en sus textos como estructura de organización social y como violencia interiorizada (psicológica e instintiva) en los individuos, por lo que podemos interpretar esta obra como un análisis sobre la  violencia en su forma política.

Su análisis se encuentra situado en la “sociedad opulenta”  o “sociedad industrial avanzada” a la cual identifica como el modelo hegemónico a seguir en el capitalismo (encabezada por la sociedad estadounidense) con una economía tendiente a la automatización, una alta concentración de poder económico y político que requiere cada vez mayor intervención del gobierno bajo una forma militarizada.  

Para el funcionamiento de la sociedad opulenta, Marcuse señala la intervención del gobierno a través del llamado Estado de Bienestar, a quien reconoce como un Estado militarizado y belicista que opera tras un discurso democrático siempre con la figura de un Enemigo común al que contrarrestar. Pero el autor especializa su análisis en la construcción de los sujetos que genera dicho modelo como “sujetos/objetos” de administración total. Al ubicarla como una sociedad represiva que por su forma de producción crece con la condición del desperdicio acelerado, Marcuse lo relaciona con la producción de individuos reprimidos con un conjunto de necesidades pre establecidas por el modelo de sociedad, que limitan su deseo de libertad y potencializan su capacidad de agresividad hacía sí mismos y hacía los demás, sin embargo no hacia el modelo de sociedad. A esto el autor denomina agresividad de utilidad social.

Bajo este modelo de necesidades, pre establecidas, satisfechas por las nuevas tecnologías, los sujetos van perdiendo la capacidad de relacionarse con los demás como sujetos. Es decir, objetivizan la sensibilidad hacia los demás, como objetos propios de la automatización, y con ello incrementan su facultad de ejercer violencia de manera desmedida, además bajo un modelo social y gubernamental que legitima dicha facultad.


 

Citas textuales:

“Para mí, esa divergencia entre la necesidad objetiva y subjetiva cambia completamente la base, las perspectivas y la estrategia de la liberación. Esa situación presupone la aparición de nuevas necesidades, cualitativamente diferentes y asimismo contrarias a las necesidades agresivas y represivas predominantes: la aparición de un nuevo tipo de hombre con un impulso vital y biológico para la liberación y con una conciencia capaz de rasgar tanto el velo material como ideológico de la sociedad opulenta.”

“Cada uno de nosotros debe crear en sí mismo, e intentar la creación en otros, la necesidad instintiva para una vida sin temor, sin brutalidad y sin imbecilidad. Y debemos tratar de crear la reacción instintiva e intelectual ante los valores de una opulencia que divulga agresividad y supresión en todas partes.”

“Antes de continuar, permítanme dar una definición escueta de lo que entiendo por sociedad opulenta. La sociedad norteamericana de hoy es, naturalmente, un modelo. Aunque en los Estados Unidos se trate sólo de una tendencia, todavía no convertida del todo en realidad. Es, en primer lugar, una sociedad capitalista. Parece ser necesario que recordemos esto porque existen algunas personas -incluso en la izquierda- que creen que la sociedad norteamericana ya no es más una sociedad de clases. Les aseguro que lo es. Se trata de una sociedad capitalista con elevada concentración de poder económico y político; dotada de un enorme sector de automatización y coordinación de la producción, distribución y comunicación en escala creciente: y con propiedad privada de los medios de producción que, todavía, dependen cada vez más de la intervención siempre más activa y amplia del Gobierno. Es una sociedad en la cual, como ya he dicho, tanto las necesidades materiales como culturales de la población subyacente son satisfechas en una escala mayor que nunca antes. Pero son satisfechas de acuerdo a las exigencias y a los intereses del aparato y de los poderes que lo controlan. Es una sociedad que crece con la condición del desperdicio acelerado, del envejecimiento y destrucción de fábricas, mientras el estrato inferior de la población sigue viviendo en la pobreza y la miseria.”

“Con todo, solamente la insistencia sobre las posibilidades reales de una sociedad libre que es bloqueada por la sociedad opulenta, solamente esa insistencia en la práctica y la teoría, en la demostración y en el debate, es lo que aún obstruye el camino de la completa degradación del hombre hasta convertirse en objeto (o previamente un sujeto/ objeto) de administración total. Sólo esa insistencia es lo que frena la gradual brutalidad e imbecilización del hombre. Porque -y esto quisiera destacarlo- el Estado capitalista del Bienestar es un Estado Militarista. Este Estado se procura un Enemigo, con E mayúscula, un Enemigo total, porque la perpetuación de la servidumbre, la perpetuación de la lucha miserable por una existencia bien distante de las nuevas posibilidades de libertad, activa e intensifica en esa sociedad una agresividad básica a un punto que, creo, resulta desconocido en la historia. Y esa agresividad básica es movilizada de maneras socialmente útiles de modo que no haga estallar el propio sistema.”