Zambrano, María, Persona y democracia

Bibliografía
Zambrano, María, Persona y democracia, Barcelona, Anthropos, 1988.

Formas de la violencia

Disciplinas
Elementos de la violencia
Tema

En este libro, María Zambrano presenta y analiza el tiempo, la historia, los sujetos y las sociedades dentro de sus complejas relaciones para abrir una discusión más profunda hacia la democracia.

Resumen

Este libro de 1958 es considerado uno de los textos más políticos de María Zambrano (1904-1991) en el que la autora reflexiona sobre la democracia desde sus profundidades ontológicas en Occidente. La historia, desde el tiempo y la conciencia, forma parte importante para pensar en la democracia. La autora parte desde sus orígenes históricos y encuentra una relación fundante de la democracia, que es la persona.

Una persona es aquella que ha alcanzado conciencia de sí misma; conciencia histórica de su tiempo y su transcurrir en éste, así se modifica esta historia para humanizarse, a través del querer y pensar de las personas en su misma sociedad. La democracia se define, pues, por una forma de sociedad conformada por personas. Sin embargo, existen otras formas de sociedad en las que no ocurre este proceso, como en el absolutismo que convierte a la sociedad en un lugar de sacrificio y a los individuos en personajes que únicamente representan papeles establecidos por la forma social.

El antagonismo dramático entre los individuos y la sociedad que se da fuera de la democracia, forma parte de algunas de las interrogantes principales de Zambrano en un contexto en donde la guerra y el sacrificio de pueblos hace evidente la necesidad de la conciencia –como responsabilidad- en los individuos en relación con su historia. Este libro se encuentra sumamente vigente para una lectura política de nuestras sociedades que reconozca también las vicisitudes de relacionales de los modelos políticos, sus sensaciones y sus fundamentos temporales.

Caracterización de la violencia

Aunque este texto aporta herramientas analíticas para entender distintos tipos de violencia, es a través de la violencia política e histórica en donde podemos entender lo que para María Zambrano implica la crisis del mundo occidental (como muerte o amanecer cultural). Desde ahí, se comprende una apuesta de la ontología de los sujetos inmersos en distintas formas de sociabilidad política, y lo que ella implica para la transformación a su conciencia histórica como personas o el estancamiento de los personajes.

Citas textuales

“Conciencia histórica es responsabilidad histórica” (p. 21)

“El esperar es el movimiento íntimo de la interioridad, se entiende como alma o persona y es, a la vez, pasividad y actividad. Cuando se espera algo en concreto, el esperar es un tender hacia aquello, que si es tensión produce también un cierto reposo; mientras que el simple esperar sin saber qué se espera, es una tensión que puede llegar a ser insoportable” (p. 65)

“El endiosamiento produce necesaria, inevitablemente, crimen, porque sólo con esta total transgresión de la ley se compensa la exaltación absoluta de la persona. Sólo el mal puede mantener, mientras dura, el absolutismo de una persona. Claro está que esa persona, el sujeto del endiosamiento, se hunde como persona, y lo más terrible para ella si se diera cuenta de que a fuerza de querer ser ella y únicamente ella, se convierte en algo anónimo, impersonal. Acaba siendo nadie” (p. 73)

“El absolutismo es una imagen de la creación, pero invertida. Al crear hace la nada; anula el pasado y oculta el porvenir. Un verdadero nudo que se quiere hacer en el tiempo. Por ello, un infierno” (p. 91)

“Hay necesidad de pensar, para volver sobre este pasado hecho cosa, en cierto modo y traerlo al presente, examinarlo, y hacerlo fluido. Este género de pensar requiere, ante todo, hacer memoria, rememorar y revivir lo que se ha vivido tan rápidamente y en el sobresalto propio de la vida. De ahí, lo indispensable del conocimiento histórico, el vivir, diríamos, en sentido inverso; el recorrer lo vivido en sentido inverso, para hacerlo, cuanto sea posible, transparente” (p. 130)

“La existencia de una minoría intelectual es típica de la democracia: sólo en ella ha tenido una influencia, sólo en ella ha creado eso que se llama ‘opinión pública’. Pues la función del intelectual es mediadora y por lo mismo puede ser demoníaca” (p. 158)

“El orden democrático se logrará tan sólo con la participación de todos en cuanto persona, lo cual corresponde a la realidad humana. Y que la igualdad de todos los hombres, ‘dogma’ fundamental de la fe democrática, es igualdad en tanto que personas humanas, no en cuanto a cualidades o caracteres; igualdad no es uniformidad. Es, por el contrario, el supuesto que permite aceptar las diferencias, la rica complejidad humana y no sólo la del presente, sino la del porvenir. La fe en lo imprevisible” (p. 164)